Señores, por si no se habían enterado, España está entrando en una crisis económica de las que hacen época. Y si no, echen un ojo a los medios internacionales en estos días. Grandes publicaciones como el Financial Times o el BusinessWeek han dedicado artículos a la caída libre del sector inmobiliario español, el principal pilar sobre el que se ha sostenido el crecimiento económico nacional en los últimos años.
Pero el sector inmobiliario es sólo la chispa inicial del gran problema económico asociado: el impacto en la demanda agregada. Es decir, hablando en cristiano, que todos tenemos menos dinero para comprar (o estamos menos dispuestos a hacerlo, que para el caso es lo mismo), adquirimos menos bienes y servicios y, al final, el impacto en la economía es muchísimo mayor de lo que inicialmente parecería, multiplicándose exponencialmente (no me he explicado, lo sé, pero tampoco me voy a dedicar a dar una clase de macroeconomía; materia que, por otro lado, sólo intuyo, no domino).
Así, por ejemplo, el INE ha publicado hoy unos datos que soportan esta tesis. El titular de la nota de prensa dice que, a precios constantes, las ventas del comercio al por menor aumentan un 0,5% en febrero respecto al mismo periodo del año anterior. Hasta aquí, todo bien. Por lo menos crecen, ¿no?
Pero aquí viene el susto. Cuando analizamos los datos de manera desglosada en "alimentación" y "otros bienes", obtenemos lo que nos esperamos. La alimentación, bien básico donde los haya, sigue creciendo al mismo ritmo que el año anterior (un 2,5%). Pero el consumo del "resto" (lo que no es alimentación) baja un 1%, comparado con un crecimiento del 5% en febrero del año anterior. En mi opinión, esto es crisis económica. Si no lo es, por favor, aclárenmelo ustedes.
Y esta caída viene produciéndose de forma sostenida desde Septiembre, el momento en el que parece que la crisis salió de las cuentas de las compañías y emergió en la conciencia colectiva. No hay más que ver el gráfico adjunto (copiado de la susodicha nota de prensa del INE)
