viernes, 29 de mayo de 2009

¿Para qué estamos aquí?

He oído una frase en la radio que me ha parecido muy interesante:

"No me resigno a pensar que, cuando yo me muera, siga el mundo como si yo no hubiera vivido"

Qué gran verdad, ¿no? ¡Qué triste pensar que todos nuestros afanes y esfuerzos en este mundo, al final, no servirán para nada!

¿Quieres que esto no te pase? Pues habrá que pensar en llevar una vida que deje huella... pero no huella en los libros o en las crónicas de actualidad, perecederas como ellas solas. Sino huella en los corazones. Es en los corazones de los demás donde las huellas quedan marcadas como las pisadas en cemento fresco, o como las rodadas en asfalto derretido.

Ah, y recordad que la huella en los corazones se marca desde el silencio y la humildad. Cuanto más espectaculares sean vuestros actos, menos profunda y más efímera será la marca que dejéis en este mundo.

A veces hago un ejercicio que quizás os parezca un poco masoca, pero que es muy interesante. Consiste en pensar "¿Si sigo así, qué dirán mis familiares y amigos en mi funeral?" A lo mejor os ayuda a afrontar la vida de otra forma.

Felicidad y objetivos vitales

"He fracasado en aquello a lo que dediqué mi vida... fracasado"

Esta frase la he oído en el capítulo de Anatomía de Grey de hoy, pronunciada por el director del Hospital. Refleja un profundo sentimiento de falta de realización, de inconsistencia entre la realidad y los proyectos vitales a largo plazo. Y es que no podemos negarlo: el ser humano es un ser que vive en el presente, pero para ser feliz ha de estar viviendo hacia el futuro (y poder hacerlo). Vivimos en el momento actual, pero no somos felices si no tenemos un proyecto que cumplimos día a día y hacia el que movernos a largo plazo.

Es más, la auténtica felicidad depende del grado de cumplimiento de los grandes proyectos vitales, y de su correcta definición.

En efecto, en primer lugar, para alcanzar la felicidad, es necesario alcanzar un cumplimiento aceptable de nuestros proyectos vitales. La persona que se queda muy lejos de sus objetivos vitales clave difícilmente podrá ser realmente feliz. Podrá vivir con la aceptación de esta realidad, pero no con la sensación de plenitud que conlleva el haber cumplido las metas importantes de la existencia.

Pero mucha gente olvida que, en muchos casos, el problema se encuentra en la raíz. No se trata de no alcanzar el proyecto vital, sino de que éste ha estado mal definido desde un principio. Los errores de esta definición pueden ser de tres tipos:

  • Definir proyectos que, independientemente de su cumplimento, no pueden hacernos felices. Aquí, mucha gente falla al no contrastar sus proyectos con personas "experimentadas", para comprobar si conducen a la felicidad.
  • Seleccionar proyectos para los que no contamos con dotes naturales. No sólo nos tiene que gustar lo que hacemos, sino que tenemos que gustarle a lo que hacemos. Nuestra misión vital debe ser coherente, y apoyarse, en nuestras fortalezas. El gran jugador de fútbol ha nacido para ello. Así, nosotros, tenemos que definir proyectos coherentes con aquello para lo que hemos nacido.
  • Y, por último, los proyectos deben ser alcanzables, realistas y contar con "premios" o "hitos" intermedios. No se trata de estar 10 años orientado hacia el futuro, sino que hay a lo largo del camino tenemos que ir recogiendo frutos que nos satisfagan y estimulen a lo largo del camino

Así pues, tres ideas: definir proyectos conducentes cuyo cumplimiento conduzca a la felicidad; proyectos que podamos alcanzar sin un esfuerzo sobrehumano, por ser consecuentes con nuestras cualidades personales; en último lugar, ser constantes y realistas en el cumplimiento de estos proyectos.

Pensemos en el director del Hospital: ¿hizo bien al centrar su felicidad en la posición del Hospital en un ranking?¿Es buen gestor, como para poder llevar a buen fin ese cometido?¿Está en sus manos el alcanzar una posición dominante en el ranking, o es un proyecto que no es realista?

Sería interesante contar con un proyecto vital, para no tener que hacernos esta pregunta dentro de unos cuantos años, con menos tiempo y objetivos por alcanzar en la vida.

Ah, en línea con hacer aquello a lo que hemos sido llamados, me ha gustado una frase que ha dicho Grey en este mismo capítulo:

"Algunas somos cirujanas de forma natural... otras, practican"

miércoles, 27 de mayo de 2009

Manda huevos... "Ponerse tetas"

 

Es triste, pero ya no nos resulta sorprendente. La ministra Aído dijo ayer, en las Mañanas de Cuatro:

"No se rompía la patria potestad cuando en el año 2002 aprobaron (los del PP) la Ley de Autonomía del Paciente, por la cual se permite que cualquier joven pueda operarse de lo que quiera, incluido de cirugía estética, ponerse tetas, por ejemplo o incluso someterse a una operación de cambio de sexo..."

No hace falta que os ponga en situación, ¿no? Bueno, por si acaso: estas declaraciones se enmarcan en el revuelo social generado por la píldora del día después. En concreto, por la medida que permite, a las menores de 16 añitos, acceder a dicha pastillita sin necesidad de consentimiento paterno.

Bueno, bueno, bueno... Parece una frase a la que se le puede sacar jugo con bastante facilidad. De todas formas, me gustaría destacar 5 ideas, yendo de lo más superficial a lo menos evidente:

1.- Empezando por las formas... ¿A esta señora no le han enseñado que hay "registros" lingüísticos?¿Y que es un rasgo de cultura el saber adaptarse a cada registro? Vamos a ver, señora Ministra... "ponerse tetas" lo puede decir cuando esté tomando un café con sus amigas, que me supongo serán un grupo de frígidas insatisfechas -registro culto- o una panda de malfolladas -registro vulgar- (obsérvese la diferencia). Lo puede decir cuando esté esperando que le atiendan en la peluquería. Pero de ahí a decirlo en un medio de comunicación, media todo un abismo. Así pues, primer punto negativo.

2.- Vamos un poco más al fondo, sigamos escarbando. Esta señora pone, a la misma altura, dos decisiones que son, en su esencia, radicalmente diferentes: por un lado, está la decisión de aceptar o no un posible embarazo; por otro, operación de cirugía estética. No seamos bestias, y veamos la "pequeña" diferencia: un embarazo el mayor don que tiene una mujer, la capacidad de dar el ser a otra persona, y ponerse tetas es un mero apaño para intentar arreglar la fachada (desde el punto de vista visual, porque al tacto son bastante decepcionantes). Vamos, es como decir: "como a los 13 años sé montar en bicicleta, entonces puedo ser jefe de gobierno. Os reto a hacer una encuesta entre las madres y las "operadas". A ver el calado existencial que supuso la experiencia respectiva para cada una de ellas, y extraed conclusiones.

3.- No había caído yo en la tremenda madurez que tiene una muchachilla de menos de 16 años. Si es capaz de tomar la decisión de tomar la píldora, ¿por qué no pueden votar?¿Por qué no pueden tener sexo con mayores de edad?¿Por qué no pueden conducir? Convendréis conmigo en que todas éstas son decisiones menos relevantes que el hecho de continuar o no un embarazo.

4.- Señores del PSOE... ¿No se les ha ocurrido atacar al PP en la línea de flotación? Los ciudadanos que están en contra de la píldora para menores son, en su gran mayoría, los que están contra la píldora en cualquier escenario. ¿No se les ha ocurrido sacar a relucir que el maravilloso gobierno del PP fue el que, en su día, aprobó la píldora? No sé, es una idea de contraataque un poquito más inteligente que la de comparar churras con merinas.

5.- Señores de la Iglesia: ¿dónde están esas manifestaciones masivas de defensa de su doctrina, como con el matrimonio homosexual?¿No recuerdan que la píldora del día después es totalmente contraria a la doctrina de la Iglesia? Ay, se me olvidaba, claro, que la aprobación inicial de la píldora la hizo el gobierno de Aznar. Entonces, se les absuelve, ¿no? Claro, como son del PP. Miren que me da pena que la Iglesia de este país sea tan sectaria, partidaria y casposa. Pero es lo que hay.

Aquí os dejo, a la espera de poder reírnos de otro ministro.