viernes, 29 de mayo de 2009

Felicidad y objetivos vitales

"He fracasado en aquello a lo que dediqué mi vida... fracasado"

Esta frase la he oído en el capítulo de Anatomía de Grey de hoy, pronunciada por el director del Hospital. Refleja un profundo sentimiento de falta de realización, de inconsistencia entre la realidad y los proyectos vitales a largo plazo. Y es que no podemos negarlo: el ser humano es un ser que vive en el presente, pero para ser feliz ha de estar viviendo hacia el futuro (y poder hacerlo). Vivimos en el momento actual, pero no somos felices si no tenemos un proyecto que cumplimos día a día y hacia el que movernos a largo plazo.

Es más, la auténtica felicidad depende del grado de cumplimiento de los grandes proyectos vitales, y de su correcta definición.

En efecto, en primer lugar, para alcanzar la felicidad, es necesario alcanzar un cumplimiento aceptable de nuestros proyectos vitales. La persona que se queda muy lejos de sus objetivos vitales clave difícilmente podrá ser realmente feliz. Podrá vivir con la aceptación de esta realidad, pero no con la sensación de plenitud que conlleva el haber cumplido las metas importantes de la existencia.

Pero mucha gente olvida que, en muchos casos, el problema se encuentra en la raíz. No se trata de no alcanzar el proyecto vital, sino de que éste ha estado mal definido desde un principio. Los errores de esta definición pueden ser de tres tipos:

  • Definir proyectos que, independientemente de su cumplimento, no pueden hacernos felices. Aquí, mucha gente falla al no contrastar sus proyectos con personas "experimentadas", para comprobar si conducen a la felicidad.
  • Seleccionar proyectos para los que no contamos con dotes naturales. No sólo nos tiene que gustar lo que hacemos, sino que tenemos que gustarle a lo que hacemos. Nuestra misión vital debe ser coherente, y apoyarse, en nuestras fortalezas. El gran jugador de fútbol ha nacido para ello. Así, nosotros, tenemos que definir proyectos coherentes con aquello para lo que hemos nacido.
  • Y, por último, los proyectos deben ser alcanzables, realistas y contar con "premios" o "hitos" intermedios. No se trata de estar 10 años orientado hacia el futuro, sino que hay a lo largo del camino tenemos que ir recogiendo frutos que nos satisfagan y estimulen a lo largo del camino

Así pues, tres ideas: definir proyectos conducentes cuyo cumplimiento conduzca a la felicidad; proyectos que podamos alcanzar sin un esfuerzo sobrehumano, por ser consecuentes con nuestras cualidades personales; en último lugar, ser constantes y realistas en el cumplimiento de estos proyectos.

Pensemos en el director del Hospital: ¿hizo bien al centrar su felicidad en la posición del Hospital en un ranking?¿Es buen gestor, como para poder llevar a buen fin ese cometido?¿Está en sus manos el alcanzar una posición dominante en el ranking, o es un proyecto que no es realista?

Sería interesante contar con un proyecto vital, para no tener que hacernos esta pregunta dentro de unos cuantos años, con menos tiempo y objetivos por alcanzar en la vida.

Ah, en línea con hacer aquello a lo que hemos sido llamados, me ha gustado una frase que ha dicho Grey en este mismo capítulo:

"Algunas somos cirujanas de forma natural... otras, practican"

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