jueves, 3 de junio de 2010

Etica, estética y poética

Ayer estuve charlando con una de esas amigas que tengo la suerte de tener. Y me dijo una frase que me encantó y sobre la que me apetece reflexionar con vosotros: "una vida, para ser completa, ha de ser ética, estética y poética".

Parece un poco rayada de frase, o de titular rimado fácilmente recordable. Pero la verdad es que tiene mucha enjundia. Esto sin dejar de lado que me gustan los "taburetes" vitales, con tres patas, por ser la cantidad mínima y suficiente para que algo no se quede cojo (ya sabéis la perra que tengo por reducir todo al número mínimo y necesario de "axiomas" morales de nuestro comportamiento).

Empecemos por la ética. Es el que nos resulta más intuitivo. De hecho, éste es el aspecto que más nos inculcan desde la infancia: en la familia, en el cole... Pero, por lo general, se nos inculca como algo impuesto desde fuera, imprescindible para poder vivir en comunidad sin tocar mucho los huevos a los que nos rodean: una ética basada en el "no hacer el mal". El hecho es no se nos presenta como lo que es: un ingrediente imprescindible para la felicidad. Una ética basada en la libre afirmación del bien. Lo curioso es que, desde esta concepción generalizada de la ética, las personas que aspiran a un comportamiento radicalmente ético se ven forzados a ser "outsiders" de la sociedad. Sienten que no pegan ni con cola en el mundo en el que viven, sus convicciones les fuerzan a ir contracorriente y, al final, optar por ir a su rollito (léase: el movimiento hippie en sus orígenes, los cátaros en su época...). La ética de la vida de una persona suele resumirse en la homilía de su funeral. Ay, ¡qué pena me dan las homilías que se centran en hablar del éxito profesional de una persona! ¡Cuánto tiempo ha desperdiciado esa persona!

Sigamos con la estética, a la que normalmente no se le hace ni caso. Olvidamos que cada vida es un lienzo a rellenar, tema libre, por el sujeto de la misma. Ni nos planteamos hacer un cuadro bonito. Preferimos que nos den una plantilla, ésas que les dan a los niños con los bordes marcados, cogemos unos colores estándar e intentamos "rellenar sin salirnos". Carecemos del atrevimiento, la osadía, la coherencia vital con nosotros mismos de intentar hacer un cuadro bonito. La belleza con la que se ha esculpido una vida se puede ver a la salida de los funerales: es aquí cuando los allegados recuerdan si la vida de esa persona fue bella, si pintó un cuadro que llamaba la atención. Con las vidas más bellas, éste no es un momento exclusivamente triste. Es agridulce: nos da pena que falte esa persona, pero con nuestra alegría le agradecemos el habernos dado la oportunidad de contemplar su obra.

Acabemos con la poética vital, en la que no piensa ni el tato. Pues no señor: te animo a que tengas el convencimiento, el desapego y la locura del poeta. Que seas tú el que elijas cómo quieres rimar tu vida, cómo quieres que tu "lenguaje vistal" sorprenda a los que te rodean. Que el hecho de contemplar tu vida genere esos pequeños éxtasis que brinda la auténtica poesía. . Que cada día hagas una locura. Que no pienses que ser bueno es ser aburrido, sino todo lo contario: la espontaneidad es una de las diferencias fundamentales entre el hombre y los animales. Que tu vida incite a plantearse de raíz los criterios definidos de forma arbitraria. La poesía de la vida de una persona puede medirse por el número de lágrimas vertidas por los asistentes a su funeral; lágrimas vertidas en un momento específico: al llegar a casa, después del funeral, y encontrarse solos. Al descubrir que, al desaparecer esa persona, ha desaparecido un faro que ilumina en la distancia, que inspira y motiva. Un faro que brillaba con luz propia, y que no se limitaba a reflejar lo que le decían. No era una luz del candil escondida (el riesgo de mucha gente que se queda en la ética), sino que alumbraba el mundo con luces de tonalidades desconocidas.

A mi juicio, tres patas imprescindibles para que tu vida te deje huella y que le dejes huella a tu vida. Ojalá tu vida tenga estas tres patas recias y de la misma longitud. Dichoso seas y bendito seas si es así. Dichoso, porque estarás en el buen camino hacia la felicidad. Bendito, porque tu vida será un reclamo irresistible para la felicidad de los que te rodean.


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