domingo, 8 de noviembre de 2009

Ningún británico dará testimonio este año

El 11 del 11 a las 11:00 hará 91 años que acabó la Primera Guerra Mundial. La que sigue siendo conocida como “La Gran Guerra” en Francia, la que barrió del mapa a toda una generación de la Europa Occidental de forma todavía más tajante que su sucesora.

Y no habrá ningún británico que pueda hablarnos de esa guerra. Este año ha muerto el último superviviente de aquella guerra horrorosa, de trincheras, alambres de espino, ametralladoras y egos. Del Marne, El Somme, Verdún y el Infierno de Passechendale. Esa guerra en la que las armas defensivas superaron a las ofensivas… hasta que por fin aparecieron los aviones y los tanques y decantaron la contienda del lado aliado.

Como curiosidad: Truman, el que más tarde sería el presidente que ordenaría el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagashaki; Truman, digo,  estuvo probando armamento experimental en el campo de batalla hasta minutos antes de las 11:00 de esa mañana de alto el fuego, a pesar de que ambos bandos conocían la hora desde la madrugada. ¿Moriría alguien por los ensayos de este personaje? Espero que no. Pero, de todas formas, ¿no estaba este señor ya harto de la guerra?¿No podía dejar a sus enemigos dormir tranquilos?¿Y a sus soldados prepararse para, por fin, poder volver a sus casas? No, por mucho que lo intento, no lo entiendo.

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