Mucho ruido ha habido estos días por el Alakrana… ¿Mucho? Si lo pensamos un poco, no ha habido tanto. Pensemos en el Prestige, que movilizó a toda la juventud española, y a la oposición socialista. Fue algo increíble, parecía casi que el país iba a entrar en guerra. Se armó la gorda, vamos.
Unas manchas de chapapote no son nada gracioso. Son una buena “putada”… pero vamos, nada que ver con la posibilidad de que se carguen a toda la tripulación de un barco pesquero español. Y nada que ver con que el estado español se vea sobornado, y tenga que aceptar pagar un rescate. En mi opinión, esto ha sido muchísimo más gordo que el Prestige… además, en el caso del chapapote, se tomaron decisiones desde el primer momento. Equivocadas o acertadas, sinceramente, no lo sé. Pero se movieron. Con el Prestige han estado mareando la perdiz una buena temporada, mientras hablaban del Gurtel y demás gaitas… con una treintena de ciudadanos españoles secuestrados, sufriendo, sintiéndose abandonados; al igual que sus familias; al igual que toda la gente de bien de este país, que sufríamos al ver el padecimiento, día tras día, de esta tripulación.
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